Otro documental, en esta se trata la ciencia de los superhéroes en general:
Es muy fácil ser un superhéroe si tu ADN ha sido alterado
por la picadura de una araña radiactiva (Spider-Man), si tu planeta natal te ha
dado superpoderes (Superman) o si un extraño experimento te convierte en verde
cuando te enfadas (Hulk). Batman es la excepción. El hombre murciélago no
levita, carece de músculos de acero y su cuerpo no alberga ningún secreto
científico. El caballero oscuro se sirve de la tecnología para cumplir su
función social. Es una especie en peligro de extinción. Para sus gestas se
sirven de una tecnología que, hasta ahora, parecía fuera de nuestro alcance.
Hasta ahora. La ciencia está dando los primeros pasos para dotarnos de estos
poderes: invisibilidad, regeneración, mayor fuerza y resistencia. Bienvenidos
al mundo de las proezas sobrehumanas.
Hasta el infinito
y más allá
Una reciente encuesta asegura que entre todos los poderes,
los seres humanos elegimos casi siempre los mismos: volar y ser invisibles. Lo
de volar… convengamos en que es difícil de lograr sin tecnología, y de escaso
mérito si todos fuéramos por ahí levantando el vuelo con un cohete a las
espaldas. Pero para trasladarse en instantes de una punta a otra del planeta
basta con tener los contactos correctos. Y posiblemente, esperar algunos años,
diría Ignacio Cirac, el científico español que trabaja en el Instituto Max
Planck e investiga las posibilidades de teletransportación (una habilidad
propia del Nightcrawler). Cirac ha logrado transferir información (en rigor, un
estado cuántico) a medio metro de distancia (antes ya se había conseguido, pero
solo enviándola a milímetros). Lo interesante es que se ha hecho entre objetos
de distinta clase; desde un haz de luz hasta átomos de cesio. “Lo que hacemos”,
nos cuenta Cirac, “es básicamente enviar propiedades. Imaginaos dos cajas, una
verde y otra blanca. Desde la verde enviamos la propiedad del color a la
blanca, que se transforma en verde al instante. Bien, ahora imaginaos que las
cajas son átomos. Eso es lo que hacemos; transferimos las propiedades de unos a
otros. Pero pensar en teletransportación humana, por ahora es ciencia ficción”.
Y entonces, ¿para qué sirve esta tecnología? Cirac nos da la clave: “Este
conocimiento nos permitirá revolucionar el campo del traslado de información y
la criptología. No existirán los cables, solo un emisor y un receptor. De este
modo, la información que se envía por teletransportación cuántica no puede ser
copiada, pirateada... ni siquiera detectada. No se puede interceptar
sencillamente porque nunca está en tránsito”. Parece magia: pero realmente es
ciencia.
Aunque, si la teletransportación te produce jet-lag o
prefieres que ningún familiar político te reclame –“ahora que te
teletransportas no tienes excusa para dejar de visitarnos”–, lo tuyo es la
invisibilidad, como nuestra héroe Susan Storm, la mujer invisible. Su poder
hasta hace poco era imposible de ver y de alcanzar. Pero la nanotecnología ha
cambiado esto, y ahora ya sabemos la clave. Para comprenderla en términos muy
básicos es preciso una lección introductoria de óptica. La luz permite ver los
objetos y las personas debido a que “choca” contra ellos y, al no poder
atravesarlos, refleja sus contornos. Por lo tanto, la única posibilidad para
alcanzar la invisibilidad plena y sin trucos es manipular la luz. Y esto es lo
que consiguieron en la Universidad de Granada. Los profesores Jorge Portí,
Alfonso Salinas y Juan Antonio Morente han creado un simulador que logra que
una señal electromagnética (la luz) rodee un objeto sin rebotar en él. Por
ahora es una simulación que recrea las condiciones físicas en las cuales los
objetos serían invisibles, pero es la semilla en la que investigan distintos
grupos.
Fuente: quo.es
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